De sueños perdidos y caminos encontrados.


Hola, ¿que tal?
Hoy quiero contarles lo difícil que ha sido empezar con este post....

Los últimos diez días he querido escribir el post perfecto acerca de los sueños que perdemos en el camino, debió ser un día de la semana pasada, ya cerca de la medianoche que mi mente ideó algunas líneas para el principio, mientras al mismo tiempo me debatía  entre dormir para despertarme sin sueño para trabajar o escribir ese inicio. Para escribirlo tenia dos opciones: usar la computadora, o prender la lámpara de noche, tomar mi libro de notas y hacerlo, pero al final todo parecía necesitar una eternidad de tiempo y el debate me estaba tomando aún más así que creí que podría guardar ese gran principio en la mente y dormirme para estar lista a la mañana siguiente. 

Unos días después parecía haber sido una pésima decisión, no podía recordar más que algunas frases cortas y palabras sueltas, la idea estaba, pero había perdido la forma; la decisión me pareció terrible el resto de la semana y aún hoy poco antes de empezar a escribir todo esto,  sin embargo de pronto ocurrió algo inesperado, me di cuenta que con esa pérdida, podía  encontrar una nueva forma de hacerlo, así que he comenzado por contarles esta pequeña anécdota, y la manera en que perdí el camino para comenzar a hablar de cómo perdemos en el camino muchas cosas. 

No puedo definir si en verdad perdí el mejor inicio o sin duda es mejor ahora,  sin embargo supongo que toda decisión es buena aún si el resultado no es el esperado, porque al menos lo sabremos y aprenderemos. Lo cierto es que los obstáculos existen y no todo lo  que queremos siempre será lo mejor en cierto momento.

Cuando tenía diecisiete años realmente quería convertirme en violinista y escritora sin embargo para ambas cosas tuve miedo; el miedo vino desde diferentes lados. Para ser violinista el miedo se presentó en la forma de todos esos escenarios en los cuales entrar a una orquesta es casi imposible, que los músicos son pobres y que sólo viven de trabajos en los que se menosprecia todo el esfuerzo que has puesto para serlo. Para ser escritora, el miedo vino  del constante esfuerzo por intentar escribir lo que otros querían que escribiera, y de tener su reconocimiento, cosa que nunca pasó, y que durante mucho tiempo sembró en mí en una falta de confianza sobre lo que podía o no lograr. 

Renuncié a la música, casi por entero. Hace algunos años a mi regreso al D.F. recuerdo que una persona intentó menospreciarme por ello y me dijo que si realmente hubiera querido tocar violín no lo habría dejado.  Me hizo dudar de mí, pero la cosa no siempre es así de sencillo; a veces simplemente no tenemos las herramientas personales para defender aquello con lo que soñamos, y menos cuando se es adolescente y estás en el proceso de definir toda tu vida, no es justificación es sólo una explicación de las muchas cosas que pueden hacer que dejemos ir sueños. 

A escribir aún no he renunciado, pero me ha costado mucho trabajo recomponerme y volver sobre ello. Es decir, he intentado renunciar; ha habido muchas ocasiones en que he dejado de hacerlo, incluso durante años; o etapas en las  que me quedo frente a la pantalla recreando mi idea  pero sin la posibilidad de plasmarla. Le sigo temiendo a que no sea perfecta y aún resuenan en mi esas vocecillas diciendo que debería de escribir diferente, sobre otras cosas, etc., y para ser justos en ocasiones he demeritado voces mucho más valiosas que  por el contrario me animan a que no abandone y creen en mí, sin embargo son estas personas las que  me sostienen para, al final de cuentas, seguir esforzándome.

Pero sí, a veces parece más fácil caer en la desesperanza, la apatía o el enojo y simplemente dar la vuelta  y tratar por otro camino. ¿Y a quién no le ha ocurrido? pero al final la vida se sigue moviendo y no es mi idea castigarme hasta el final de los días por lo que dejé atrás, o por lo que perdí en el camino, como ese "fabuloso" inicio que tenía para este post,  porque al final de cuentas al insistir sobre lo mismo y de la misma forma no estaba logrando nada y al ahora sí terminé algo. 

Así  también llegué a el Yoga, moviéndome de otra manera, haciéndolo de otra forma, aunque les aseguro, los motivos por los que me acerqué no son tan claros como ahora lo son para luchar por no perderlo, y aunque pareciera que la vida me vuelve a poner obstáculos hoy tengo las herramientas para luchar mejor que nunca por lo que amo.

Por cierto, ¿han visto La increíble vida de Walter Mitty? Además de una fotografía fabulosa y una banda sonora envolvente, que incluye a artistas como Of Monsters and Men, David Bowie y José González, la película esta llena de mensajes que nos llegan hasta el corazón: 

"Ver el mundo, afrontar peligros, traspasar muros, acercarse a los demás, encontrarse y sentir. 

Ese es el propósito de la VIDA"...

es el lema de la revista Life, que vemos en la película y nos recuerda que vale la pena ir tras los sueños, y nos contagia el impulso y la voluntad de hacerlo; pero al fondo de ello hay otro mensaje: aquello que buscamos, ya esta en nuestro interior, solo hay que mirar de cerca y sabremos que  "las cosas más hermosas de la vida no buscan llamar la atención", así lo dice el personaje de Sean Penn; es decir, no son pretenciosas. 

El mensaje de la película me tocó desde la primera vez, pero el yoga me ha mostrado el camino y ha sido un poco como ese viaje increíble que emprende Walter en búsqueda de "eso" que tanto necesita, representado en una foto perdida; ahí está el aprendizaje, en la búsqueda y en lo particular, cada lección me sigue impulsando, por mucho que a veces no sea fácil y estoy segura  que todos hemos sentido algo como esto con algún sueño i algún deseo sincero. 

Entonces en realidad no hay nada perdido, solo diferentes caminos para encontrarlo.  Y sí, tal vez el camino sea distinto pero la esencia seguirá siendo de nosotros.

¡Hasta la próxima! 


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